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Tuesday, June 27, 2006

Natalia


Como si fuera parte de un cuento de hadas, Natalia siempre coloca las piezas a su alrededor dentro de una historia de fantasía.

Su madre es la bruja mala, su papá el príncipe -aunque aclara que es algo grande para que ella tenga que recibir de él un beso en la boca- su hermana la hermanastra y su perro "Chaz", el jínete pura sangre que la transporta veloz hacia la felicidad eterna.

Cada vez que quiere huir de sus responsabilidades -que no son muchas a sus escasos tres años- se inventa que está a punto de despertar, para lo cual necesita del cálido beso del príncipe, que a esas alturas ya se convirtió en ogro luego de frustrados intentos por lograr que la pequeña asuma su paso al plato de sopa o al cepillo de dientes.

El baño verdaderamente requiere mejores elementos de convencimiento, ya que es sumamente delicado que a la princesa la observen sus lacayos en ropa interior.

Lograda la encomienda, antecede al cepillado de sus rizados cabellos de azabache un sinnumero de excusas para evitarlo. Incluyendo lágrimas y alguna que otra escena trágica de dolor y humillación por no respetar la libertad de utilizar un tenedor en sustitución del duro cepillo de cerdas.

Su melena al fin alborotada inunda con olor a coco la habitación y nuestros corazones; sonríe satisfecha de que su autoridad como princesa no hubiese sido mancillada y tras elevar su "Ángel de la Guarda" cierra los ojos a una dura jornada de juegos, abrazos, colores y olores que perseguirán su escencia cada día siguiente.


Hora y Fecha: 07:41 PM, March 17, 2006

Aurora

Esa tarde verdaderamente estaba haciendo más calor que de costumbre, pero las paletas de limón que compramos al viejito del carrito, nos estaban haciendo menos ardiente ese día de agosto en el jardín de la casa de Arturo.
Desde hacía tiempo, siempre que podíamos nos reuníamos en su casa porque su mamá no nos molestaba como las nuestras a cada rato para que bajáramos el volumen del estereo o de los gritos y risas que espontáneamente dejábamos escapar cada dos o tres minutos.
Aurora, la madre de nuestro amigo, siempre estaba en casa, pero nunca asomaba la cabeza por fuera de su cuarto, el cual era el único que contaba con refrigeración en toda la casa y al que nos estaba prohibido acercarnos siquiera a la puerta.
De vez en cuando, el papá de Arturo, quien era albañil y trabajaba hasta muy entrada la noche y que raramente se le veía por ahí durante el día, se metía a la recamara con una charola que llevaba un plato con comida, un vaso con leche y una pequeña cajita dorada como alajero, la cual según nuestro amigo era la medicina que tenía que tomar todos los días su madre.
Al principio todo eso no nos importaba, pero como el lugar se convirtió en nuestro escondite después, antes y durante las horas de escuela y conforme pasaron los años, nuestras visitas se hicieron más frecuentes y la curiosidad por saber y conocer más acerca de Aurora nos quemaba cada día.
Fuimos creciendo a la par que Arturo, y como todos teníamos aproximadamente la misma edad, procuramos quedar en el mismo salón de clases durante los tres años de secundaria.
Era más la ansiedad de terminar cada día en la escuela para salir corriendo en busca de Arturo y junto a él dirigirnos en fila hacia su casa y permanecer ahí por horas con el pretexto de hacer las tareas que nunca llenaron las hojas de los cuadernos amontonados en el rincón de la sala.
En muchas ocasiones intentamos acercarnos a la ventana del cuarto, pero siempre estaba cerrada y la cubría una cortina tan oscura como la mirada de Arturo cuando nos descubría.
Cuando eso sucedía, él se molestaba tanto que a gritos nos corría del lugar y las lágrimas salían a borbotones de sus ojos; pero como nosotros ya le teníamos agarrado el lado y además como no tenía otros amigos, lo tranquilizábamos invitándolo a cambio al cine o a husmear en los baños de la mujeres de la cantina de atrás del bulevard cerca del barrio que por años había sido testigo de todos nuestros excesos de juventud.
Esa tarde, y aprovechando que Arturo se tuvo que encerrar en el baño porque se había tragado unos fritos con chile durante el receso y que le dolía la panza al grado de que nos hizo correr al otro lado del árbol de limón por los fuertes olores que emitía de su poco nutrido cuerpo, Oscar y yo nos miramos de reojo y sin hablar nos dirigimos en complicidad al cuarto prohibido.
Lentamente y tratando de hacer ruido alguno para que no nos oyera nuestro quejoso amigo, caminamos y atravesamos el pasillo que daba hacia la cocina y el comedor al mismo tiempo; del lado derecho y construido aparte de todo el resto de la casa, estaba la misteriosa recámara.
Por fin teníamos la oportunidad de acercarnos más allá de la límite impuesto y respetado por tanto tiempo; por fin dejamos atrás los miedos y nuestra curiosidad imperó por sobre el cariño y el honor otorgado durante los años de conocernos y nuestros pasos fueron adquiriendo cada vez una firmeza nunca imaginada que a nosotros mismos nos asustó.
El sudor iba en aumento al mismo tiempo que el calor de la tarde, al grado que nos impedía en ocasiones mirar claramente nuestro ansiado escenario.
Oscar me jaló la manga de la camisa del uniforme y pude sentir como sudaba copiosamente hasta que con los ojos desorbitados y el ceño fruncido le di a entender que si volvía a hacerlo iba a salir volando junto con el respeto y no iba a ser testigo de tan ansiada sorpresa.
Un olor extraño era nuestra primera compañía, el cual salía junto con el frío que emanaba de la refrigeración que aparentemente estaba a toda su capacidad.
El cerrojo de la puerta estaba sin seguro e incluso se veía un pequeño espacio entre la pared y el marco de la entrada, por lo que decidí sin consultarlo con Oscar, abrir sin miramientos y observar detenidamente lo que ante mi aparecía.
La recamara estaba semi-oscura y apenas se percibía lo que se resguardaba con tanto misterio.
Busqué sin voltear el brazo de mi cómplice y no pude sostenerlo al percibir el frío de su extremidad.
Oscar en esos momentos estaba fuera de sí mirando constantemente al pasillo y al baño para corroborar que Arturo seguía sin concluir su ardua tarea vespertina, por lo que fue necesario un pequeño jaloncito para que no fuera a flaquear y dejarme solo en tan ambiciosa empresa.
Seguimos adelante y cual sería nuestra sorpresa que una tenue claridad poco a poco fue presentándose ante nosotros y ofreciéndonos un espectáculo nunca antes esperado.
Sobre la cama, se encontraba un delicado conjunto de sábanas de color salmón, el cual, según las pocas pláticas de Arturo sobre su madre, era su color favorito, así como las películas de Tin-Tan.
Debajo del filo de la cama se encontraba un baúl avejentado lleno de polvo y en seguida unas pantuflas que al parecer no habían acariciado pies algunos en mucho tiempo, y que estaban acomodabas una enseguida de la otra.
A un lado de las delicadas sábanas, estaban unas ramas de salvia y un montoncito de piedras, entre las que resaltaban cuarzos rosas y granates.
Con los ojos achicados para una mejor apreciación descubrimos en el centro del colchón una bata de encaje que en su interior cubrían un conjunto de huesos religiosamente ordenados como si pertenecieran a algún animal o a una persona que hacía mucho había dejado de ser parte de este mundo.
Asustados y emocionados como si estuviéramos dentro de una de las tantas películas que fuimos a “gorrear” al cine, Oscar y yo nos apretamos los hombros y descubrimos que sobre lo que parecía ser un cráneo pequeño estaban unos mechones de cabellos entrelazados en lo que parecían ser dos trenzas cortadas rústicamente con tijera o con cuchillo.
Después del susto recibido, volteamos sin querer al mismo tiempo sobre la pared detrás de la cama y descubrimos colgando un crucifijo quebrado y pegado con alambres y en cada uno de los extremos se podían ver los restos de cabello del mismo color que el pelo de Arturo y del que estaba sobre el esqueleto en la cama.
Cerramos los ojos ante tal descubrimiento y sin dirigirnos la palabra, fuimos retrocediendo los pasos hacia fuera de la recamara cuando de pronto sentimos que nuestras espaldas chocaban con algo más blando que la pared o la madera de la puerta y descubrimos que Arturo había dejado el sufrimiento de su estómago y con los dientes apretados nos miraba con rencor desde hacía tiempo.
Intentamos suplicar un perdón que sabríamos no recibiríamos y solo obtuvimos como respuesta el frío desprecio que jamás volvió a desaparecer de su mirada, mientras agarrábamos nuestras mochilas y salíamos disparados hacia la calle.
Nunca más volvimos a ver a Arturo en la escuela y nunca, en lo que tengo de vida volví a comentar ese extraño incidente con Oscar, quien después de ese día se volvió huraño, aunque desde entonces su casa se volvió el nuevo espacio de reuniones y a su madre jamás la vimos nuevamente afuera de su recamara.

Tuesday, June 06, 2006

La danesa más mexicana


A Nevin la conocí por azares del destino.
Jamás imaginé que un curso de inglés me fuera a conducir a una amistad permenente con alguien con la que no comparto ni el idioma ni la cultura.
Somos dos mujeres distintas, pero que se unieron eternamente por la gracia de los sentimientos y los razonamientos parecidos. Además que las sonrisas fungieron como símbolos de similtud.
No cabe duda que la sonrisa y la música son universales.
Poco a poco fuimos descubriéndonos hasta lo más profundo de nuestras almas. Su calidez, entereza, disciplina y perseverancia contrastaron con mi terquedad, intolerancia y carencia de proyectos a futuro y eso, paradojicamente es lo que más nos acerca una a la otra.
Nevin no da un paso sin planear. Su futuro de aquí a 5 años está fraguado, mientras que yo necesito despertar cada día para saber qué sigue en mi camino.
Ella parece elegir los colores de la ropa combinándolos con su estado de ánimo; yo cierro los ojos y tomo lo primero que está colgando en el closet para afrontar mis salidas. Aún con estas diferencias, ella sabe que mi alma y mi corazón le pertenecen y mi mano estará ahí para cuando flaquee.
Se que la primera en tambalearse ante las adversidades seré siempre yo, pero también estoy segura que cuando eso suceda no habrá poder humano que la detenga para estar presente y colocar su hombro y sus palabras para confortarme.
Los lazos de nuestra unión fraterna llegaron al grado de invitarme a su boda con Milos, un yugoslavo ejemplar: inteligente, noble, hermoso y enamorado de la danesa más mexicana que existe en el planeta.
La ceremonia fue de ensueño. Todo se ensambló para augurar una unión eterna, un amor sin fronteras; un espacio y tiempo perfectos.
Las suaves olas del Mediterráneo me recibieron en un septiembre jovial y fue la alegría de Nevin el distintivo de las fiestas. En plural porque durante cada día de mi estancia por Europa no hubo llanto, ni tropiezos, solo bellos y memorables momentos.
Ese viaje fue y es la mejor experiencia cultural y amistosa que le haya tocado vivir a una asalariada sonorense como yo.
En tan solo 20 días maduré como nunca y aprendí a querer más a mi país y enamorarme de otro para pertencer eternamente a él.
El teléfono y el Internet son nuestras líneas de unión permanentes e inquebrantables.
Nuestras conversaciones a través del teléfono pueden durar horas y estoy segura que a pesar de la distancia y el mar como intermediario, secamos nuestras lágrimas, recorremos nuestras experiencias y tomamos nuestras manos en señal de solidaridad.
Nevin hace cada año malabares para venir y visitarme. Estuvo aquí para conocer a mi pareja y mi precipitada vida marital; arribó después solo con la intención de conocer a mi primer hija.
Ahora, durante la decisión de separarme de mi esposo, su esencia me acaricia reconfortante.
Como prueba de nuestra inverosimil unión, hace unos meses desperté con una angustia en el pecho.
Algo andaba mal y no entendía qué era; solo que debía tener de inmediato alguna noticia de ella.
Marqué a Londres y sólo se escuchaba la voz de Milos diciendo "we´re not here at the moment, but you can leave a message after the tone".
Intenté llamar a su madre en Chipre pero tenía un error en los números de teléfono y colgué pensando en contactar a la embajada chipriota en México para que localizaran a Jette, su bella madre, ya que Chipre es tan pequeño que cabría tres veces en el estado de Sonora. Parecía fácil, o al menos eso creí. Cabilando todo esto, el ring ring del teléfono me sacó de mi ensimismamiento y al otro lado de la bocina escuché la voz que ya esperaba: "Hola Sol, soy Nevin. Estoy en Chipre y hace unos momentos murió mi mamá".
Me sentí impotente de no poder abrazarla. Hubiera querido tener a mi lado la lámpara de Aladino para que en cuestión de segundos me transportara al otro lado del mundo y estar con ella en esos momentos tan dolorosos. Un sueño que solo el teléfono pudo apaciguar y que a través de él pudimos entender que verdaderamente no hay fronteras para el amor y la amistad. Mis presentimientos previos fueron ciertos. Compartí su pérdida y mojé la bocina con mis lágrimas segura que ella inevitablemente hacía lo mismo.
Hace tiempo que no tengo noticias de ella. No entiendo por qué no ha contestado mis correos y la duda me arropa cada día. Estoy segura que algo bueno y perfecto ha evitado su contacto continuo, quiero pensar que sí; y presiento que de un momento a otro voy a abrir la puerta de mi casa y voy a verla llegar sonriendo, trayendo consigo un sinfin de buenas noticias y un halo de paz a mi injustificada angustia.
Te extraño mi nena!!!


Hora y Fecha: 01:15 AM, May 20, 2006

Adiós Papa!


Tuesday, April 05, 2005


Ese sábado 2 de abril me levanté un poco más tarde que de costumbre porque no había mayor compromiso que el desayuno, y me dirigí inmediatamente a encender el televisor con la esperanza de una nueva y mejor noticia sobre la precaria salud del Papa Juan Pablo II, que había mermado léntamente en los últimos días. No es queyo sea una mujer que predique su religión día a día, pero este Papa en particular, acompañó mi tradición religiosa desde que tengo uso de razón.

Lo primero que alcancé a escuchar antes de estallar en un copioso mar de lágrimas, fue que su Santidad había dejado físicamente este mundo, más no así su espíritu, ya que siempre y en todos los rezos de los que alguna vez alcanzamos a ver su pacífica figura a través de las miles de imágenes en televisión, permanecerá presente.
Dentro de mi pecho sentí de repente un vacio, aunque de cualquier forma volví a la sartén que humeando me esperaba en la estufa abandonada.
El huevo no me supo a nada, asmismo el café con leche que gustosa saboreo todas las mañanas esperando la dulce voz de mi hija diciendo "mamá, ya depeté".

En mi mente estaba presente solamente la mirada tranquila y relajada de un hombre que con su sabiduría y sencillez había logrado llenar de amor corazones entristecidos o agriados por problemas de apariencia irremediables.

Su serena voz retumbaba en varios idiomas, dominados a la perfección, y tenía un solo objetivo: Unir a los seres humanos sin importar la raza, religión o creencia en un círculo de amor y paz.

Se fue de la tierra una eminencia en cordura, una figura insustituible, una presencia que va a seguir rebosando alegría y armonía por el resto de los días, porque su viveza, fuerza y entereza no quedarán en el recuerdo ni como parte de la historia, sino como un símbolo perpetuo de igualdad y fraternidad para los seres humanos de cualquier parte del mundo.

Así con ese sentimiento de duelo que perdura aún en mí, continué tomando a sorbos la taza de frío café con leche, mirando con el alma en paz el adiós a un gran ser humano.

posted by plumasoleada at 3:43 PM

Poesía en duelo

(esto lo escribí un día después de la muerte de Alonso)
La última vez que vi a Alonso Vidal, poeta sonorense, fue en la noche del jueves inaugural de las Fiestas del Pitic. Estaba sentado a lo lejos en una banca de metal, recargado en su caballo de aluminio y con la mirada al suelo. Yo iba caminando de la mano de Natalia, mi hija de tres años, quien apreciaba curiosa las luces, la multitud y los sonidos que provenian de diferentes partes del Centro de la ciudad, ya que estaba colmado de vida a partir de ese día. Lo observé cansado y contrariado por algún motivo aún desconocido y seguí de largo para no molestarlo, tratando de pasar desapercibida con éxito. Con Alonso compartí varias noches bohemias y lecturas de libros, ya fuera en el patio de su casa o en las múltiples inauguraciones, exposiciones u obras de teatro en las que coincidimos; además que él fue nuestro asesor, colaborador y mesías en la faena periodistica cultural llamada "Voces del Desierto" del periódico El Independiente por los años 90's.
Meditando sobre esto y al llegar a la esquina e intentar doblar, detuve mis pasos y los de Natalia y reflexioné sin querer que sería mejor regresar y darle un abrazo porque no sabía si sería la última vez que lo viera cerca. Asombrada de mi misma y determinada en eso, llegué a su lado. Él levantó la mirada y al observarme intentó sonreír y extendió su mano.
¡Hola Alonso, buenas noches! ¿cómo estás?
¡Hola bonita!, pues aquí mira, que me hicieron venir y no llegó el fulano. Y con lo dificil que me resulta a mi moverme.
¿Y qué has hecho?
¡Pues nada. Ya no escribo porque me duelen mucho mis huesos por la artritis. Mira mis manos!
Al decir esto voltee a ver sus manos que languidecían a los lados de la andadera. Se veían cansadas y rectas y tenían manchitas oscuras que las hacían ver más avejentadas de lo que en realidad eran.
Alonso solo contaba con 64 años de vida, pero su aspecto delgado y triste era como el de un hombre con 10 años más. Ni sombra del poeta nocturno y dicharachero del que yo tenía gratos recuerdos.
¡Mira, ella es Natalia mi hija! dije.
No habló nada más, solo le acarició el cabello y sonrió.
Luego de unos momentos apareció el Cheyk para llevarlo a descansar a su casa inolvidable.
Le dí un beso y lo abracé. Lo vi alejarse muy lento y avanzando como si fuera contando los pasos uno a uno y no perder detalle de sus andadas nocturnas; del ambiente bohemio al que pertenecía sin duda.
Este lunes 29 de mayo me entero que murió.
El martes múltiples homenajes y adioses con lágrimas.
Alonso Vidal se fue a la 1 de la tarde.Solo en su casa abarrotada de anécdotas y libros.
Dividió el día tras su partida y dejó un adiós eterno para poner punto final a la novela más poética de sus obras, su existencia literaria única e indiscutible.

posted by plumasoleada at 6:14 PM

Antes de ser mamá

ANTES DE SER MAMÁ... Yo comía mi comida caliente. Mi ropa lucía planchada y limpia todo el día. Podía sostener largas y tranquilas conversaciones telefónicas.

ANTES DE SER MAMÁ... Me dormía tarde, tan tarde como quería y jamás me preocupaban las desveladas. Cepillaba y cuidaba mi pelo, lucía uñas largas y hermosas.
Mi casa estaba limpia y en orden, no tenía que recoger juguetes olvidados por todos lados.

ANTES DE SER MAMÁ... No me apuraba si alguna de mis plantas era venenosa, ni pensaba en lo peligroso de las escaleras o las esquinas de mis muebles. No dejaba mi tiempo en consultas mensuales con el doctor, ni consideraba siquiera la palabra VACUNA.

ANTES DE SER MAMÁ... No tenía que limpiar comida del suelo, ni lavar las huellas de pequeños deditos marcadas en los vidrios. Tenía control absoluto de mi mente, mis pensamientos, mi cuerpo y mi aspecto físico... Dormía toda la noche y los fines de semana eran totalmente relajados.

ANTES DE SER MAMÁ... No me entristecían los gritos de los niños en la consulta médica, no tuve jamás que detener, con lágrimas en mis ojos una piernita que sería inyectada.

ANTES DE SER MAMÁ... Yo nunca sentí un nudo en la garganta al mirar a través de unos ojos llorosos y una carita sucia. No conocía la felicidad total con sólo recibir una mirada. No pasaba horas mirando la inocencia dormir en una cuna. Nunca sostuve a un bebé dormido SOLO porque no quería alejarlo de mí.

ANTES DE SER MAMÁ... Nunca sentí que mi corazón se rompía en un millón de pedazos al no poder calmar el dolor de un niño. Nunca supe que algo tan pequeño, podía afectar TANTO mi mundo. Nunca supe que podía amar a alguien de ese modo, nunca supe que amaría como una MADRE.

ANTES DE SER MAMÁ... Yo no conocía el sentimiento que provoca tener mi corazón fuera de mi cuerpo. No sabía que tan especial me sentiría al alimentar a un bebé hambriento. No sabía de esa cercanía inmensa entre una madre y su hijo. No sabía que algo tan chico podría hacerme sentir tan importante.

ANTES DE SER MAMÁ... No imaginaba tanta calidez, tanta dulzura, tanto amor. No imaginaba lo grande y lo maravilloso que sería. No imaginaba la satisfacción de ser madre, no sabía que yo era capaz de sentir tanto...

Hoy no imagino mi vida sin esa pequeña sonrisa pícara y traviesa, sin esa huella de chocolate en la pared, sin ese olor a pureza, sin escuchar de unos pequeños labios esa palabra corta y larga a la vez..."Mamá".

Hora y Fecha: 09:55 PM, October 15, 2005

Valorar la vida

valorar la vida
Siento que la vida, el destino, Dios, verdaderamente nos pone retos para que aprendamos a valorar lo que tenemos.
Ayer cuando me dirigia a mi trabajo tuve un pequeño accidente. No hubo lesionados y gracias a Dios no iba mi hija conmigo, pero mi carro, que estoy pagando con grandes esfuerzos, quedo con su cofre levantado.
Senti el impacto y todos mis planes se vinieron abajo. Una cortina de preocupacion se colocó delante de mi y es hora que no puedo retirarla.
Todavia ahorita recuerdo el momento y se me nublan los ojos por que me siento agradecida de estar bien y seguir con mi vida. Llegar a casa a abrazar a mi niña me reconforta.
Se que esos desagradables momentos no fueron planeados. Uno no espera seguir por la vida y que todo resulte perfecto. Así no puede ser. Tenemos que experimentar diferentes reacciones emocionales y físicas para darnos cuenta de lo valioso que es estar aquí. Compartir una charla con mi madre; observar el ánimo de mi padre; apoyar a mi pareja y sobre todo amar a mi hija, son ratos inigualables.
Esto de aprender a vivir día con día es difícil. Hay que levantarse con los sentidos alertas y como dice una amiga, con los ocho ojos abiertos para no perder detalle de lo que ocurre y que puede afectar involuntaria o voluntariamente nuestro entorno.
La vida sigue y si no aprendemos de lo que le sucede a los demás, entonces no hemos logrado razonar el vivir en comunidad.
Compartimos las calles, el trabajo, un restaurante, la familia y todos cohabitamos en el mismo espacio y conocemos nuestras prioridades, las cuales muchas veces colocamos por encima de otros y es entonces cuando suceden estas cosas que modifican el diario vivir.
No quiero que pase mas tiempo sin decirle a mis seres queridos que los quiero y que ha sido un placer estar a su lado en este mundo. Y lo digo así, como si ya no fuera a continuar con mi existencia, como si de un momento a otro me fuera morir. Así nomás, como es y va a ser siempre conmigo y con cualquiera. Viva la vida y sus instantes de fortaleza perpetua.
Hora y Fecha: 12:24 PM, October 15, 2005

Mujeres modernas

Son las 6:00.A.M. El despertador no para de sonar y no tengo fuerzas ni para tirarlo contra la pared. Estoy acabada. No querría tener que ir al trabajo hoy.

Quiero quedarme en casa, cocinando, escuchando música, cantando, etc.

Si tuviera un perro, lo pasearía por los alrededores. Todo menos salir de la cama, meter primera y poner el cerebro a funcionar.

¿ME GUSTARÍA SABER QUIÉN FUE LA BRUJA, LA MATRIZ DE LAS FEMINISTAS QUE TUVO LA INFELIZ IDEA DE REIVINDICAR LOS DERECHOS DE LA MUJER Y POR QUÉ HIZO ESO CON NOSOTRAS QUE NACIMOS DESPUÉS DE ELLA?

Estaba todo tan bien en el tiempo de nuestras abuelas, ellas pasaban todo el día bordando, intercambiando recetas con sus amigas, enseñándose mutuamente secretos de condimentos, trucos, remedios caseros, leyendo buenos libros de las bibliotecas de sus maridos, decorando la casa, podando árboles, plantando flores, recogiendo legumbres de las huertas y educando a sus hijos.

La vida era un gran curso de artesanos, medicina alternativa y cocina.

HASTA QUE VINO UNA FULANITA CUALQUIERA QUE NO LE GUSTABA EL CORPIÑO Y CONTAMINA A VARIAS OTRAS INCONSECUENTES REBELDES CON IDEAS RARAS SOBRE “VAMOS A CONQUISTAR NUESTRO ESPACIO”. ¡QUE ESPACIO NI QUE NADA!

Ya teníamos la casa entera, todo el barrio, el mundo a nuestros pies. Teníamos el dominio completo sobre los hombres; ellos dependían de nosotras para comer, vestirse y para hacerse ver delante de sus amigos; ¿qué rayos de derechos quiso brindarnos?

Ahora ellos están confundidos, no saben qué papel desempeñan en la sociedad, HUYEN DE NOSOTRAS COMO EL DIABLO DE LA CRUZ.

Ese chiste, esa gracia, acabó llenándonos de deberes. Y lo peor de todo, acabó lanzándonos dentro del calabozo DE LA SOLTERÍA AGUDA.

Antiguamente, los casamientos duraban para siempre. ¿Por qué, díganme por qué, un sexo que tenía todo lo mejor, que sólo necesitaba ser frágil y dejarse guiar por la vida, comenzó a competir con los machos? MIREN EL TAMAÑO DEL BÍCEPS DE ELLOS Y MIREN EL TAMAÑO DEL NUESTRO. ESTABA CANTADO, ESO NO IBA A TERMINAR BIEN.

No aguanto más ser obligada al ritual diario de estar flaca como una escoba pero con tetas y cola paradas, para lo cual tengo que matarme en el gimnasio además de morir de hambre, ponerme hidratantes, antiarrugas, padecer complejo de radiador viejo tomando agua a toda hora, y demás armas para no caer vencida por la vejez, maquillarme impecablemente cada mañana desde la frente al escote; tener el pelo impecable y no atrasarme con ell tinte que las canas son peor que la lepra; elegir bien la ropa, los zapatos y los accesorios, no sea que no esté presentable para esa reunión de trabajo.

No me aguanto más tener que decidir qué perfume combina con mi humor, ni tener que salir corriendo para quedarme embotellada en el tránsito y tener que resolver la mitad de las cosas por el celular, corriendo el riesgo de ser asaltada, de morir embestida; instalarme todo el día frente a la PC laborando como una esclava (moderna, claro), con un teléfono en el oído y resolviendo problemas uno detrás de otro, para salir con los ojos rojos (por el monitor, claro, para llorar de amor no hay tiempo).

Estamos pagando el precio por estar siempre en forma, sin estrías, depiladas, sonrientes, perfumadas, uñas perfectas, sin hablar del currículum impecable, lleno de maestrías, doctorados y especialidades. NOS VOLVIMOS SÚPER MUJERES PERO SEGUIMOS GANANDO MENOS QUE ELLOS.

¿No era mejor, mucho mejor seguir tejiendo en la silla mecedora?

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡BASTA!!!!!!!!!!!!!!

Quiero que alguien me abra la puerta para que pueda pasar, que corra la silla cuando me voy a sentar, que me mande flores, cartitas con poesías, que me dé serenatas en la ventana.

Si nosotras ya sabíamos que teníamos un cerebro y que lo podíamos usar, ¿para quééééé había que demostrárselo a ellos??????

¡Ay Dios mío, son las 6:30 am y tengo que levantarme!

¡Qué fría está esta solitaria y grandísima cama!

Ahhh quiero otra vez que mi maridito llegue del trabajo, que se siente en el sofá y diga: - MI AMOR, ¿NO ME TRAERÍAS UN WHISKY POR FAVOR? o ¿QUÉ HAY DE CENAR?; porque descubrí que es mucho mejor servirle una cena casera que atragantarme sola con un sandwich y una gaseosa mientras termino el trabajo que me traje a casa.

¿Piensan que estoy ironizando? No, mis queridas colegas, inteligentes, realizadas, liberadas, estresadas y abandonadas: ESTOY HABLANDO MUY SERIAMENTE. ESTOY ABDICANDO DE MI PUESTO DE MUJER MODERNA.

¿¿¿¿¿¿ALGUIEN MÁS SE SUMA??????????


Hora y Fecha: 12:38 PM, August 7, 2005

Un dulce dolor

Cuando tenía 16 años me introduje al mundo de la danza, ¿o la danza se introdujo en mi?
Bueno, la verdad es que desde entonces me fascina esa disciplina que por muchos años practiqué y que ahora tengo muy abandonada y aún más desde que parí a mi hija Natalia hace dos años ya.
En realidad nunca la he alejado de mí vida porque inconscientemente formo parte de ella.
Mis movimientos y mi caminar llevan el signo de la danza, aquella que aprendí de mis grandes maestros Beatriz Juvera, Miguel Mancillas y otros que con su presencia y arte pulieron a la mujer que ahora soy.
Hace poco, luego de mucho alejamiento, intenté hacer ejercicios de calentamiento en el patio de mi casa y mis músculos uno a uno fueron respondiendo. Estirar y aflojar; puntear y soltar; contraer y dar giros. Mis piernas no querían dar de sí y el dolor fue recorriendo los tendones. Me dí cuenta que la columna se iba dando a conocer de vuelta. Los huesos del coxis, lumbares y cervicales despertaron y presentí que la danza jamás se había alejado de mí.
No cabe duda que el cuerpo humano es una gran máquina y la memoria su guardaespaldas. Comencé a recordar sin esfuerzos las secuencias que por años practiqué como si las estuviera viviendo allá mismo, en los grandes salones olorosos a madera vieja, rodeados de espejos gigantes que nos mostraban los dobleces corporales.
Aquellos años fueron los mejores de mi vida: el dolor era constante por el esfuerzo de dar más de lo que podíamos, pero al final de la clase, con los rostros empapados y los cuerpos en relax, no cabían en nosotros las ganas de volver a empezar la clase y que las horas no siguieran su curso normal.
"Uno, dos, tres, arriba", "Tres, dos, uno, abajo e inicia otra vez", sonaba en el salón y se regresaba con el eco la voz potente de la maestra Juvera, una mujer de gran fortaleza y de incansable labor artística. Con el corazón puesto en el ritmo, con el aroma inconfundible de su perfume inundando las aulas y con el corjae y sudor de la mujer de marfil que puntualmente amanecía danzando.
Los años dejan su estela de tiempo en el cuerpo, de eso no cabe duda; pero no logra aminorar el destello de pasión que las disciplinas artísticas alojan en el corazón de cualquier ser humano que se acerque mínimamente a ellas.
Duele danzar, pero duele más alejarse del ritmo y la armonía y es por eso que es un dolor dulce que se recoge con el corazón.