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Tuesday, February 10, 2009

El árbol que no se quería ir…

Sus raíces estaban aferradas al suelo que por más de 80 años le mantuvieron en pie. Durante todo ese tiempo fue testigo de amores y desamores; cobijó con su sombra festejos y lamentaciones y poco a poco pasó a integrar parte del paisaje urbano.
Cientos de pájaros formaron nidos en la punta de sus gruesas ramas y las hojas, que cayeron y nacieron de nuevo año tras año, cubrían cual alfombra las céntricas calles de la ciudad.
Vio pasar caballos, carretas, carruajes, carros, bicicletas, motos y camiones por décadas y a todos sin discriminación obsequió un poco de su sombra, de su gallardía y nunca nadie se lo agradeció.
Al gran yucateco de la Pino Suárez prometieron transplantarlo, pero ¿cómo hacerlo si no se quería ir de ahí?
Durante días, decenas de hombres con hachas y machetes lo golpearon hasta prácticamente hacerlo sangrar. El grueso tronco de rojizos tonos brillaba ante los desgastados rayos del Sol, que por más calor que desprendiera, los asesinos en serie continuaban su labor.
Durante la masacre, quedó deshecho también aquel corazón que un enamorado dibujó como muestra de su pasión sobre la corteza aún joven; algo que a muchos tiene sin importancia.
Con pesada maquinaria, lo jalaron de su espacio y aún con su fortaleza férrea tuvo que rendirse ante la ignorancia. No pudo más y se dejó morir finalmente. A partir de ese momento la ciudad calló y el cielo como represalia se cubrió de gris y soltó un llanto intermitente durante la noche y el día siguiente.
Creyeron que sería una labor sencilla, pero no pudieron con él y tuvieron que golpearlo, masacrarlo, y convertirlo en astillas porque completo, jamás se iría de donde nació.
Nadie hizo nada y sin remordimiento alguno, se ejecutó la orden de destruir viviendas y asesinar árboles y plantas añejas que daban respiro a los habitantes entre el cemento y el asfalto.

Mi hija y yo vimos el asesinato y ella en su pequeña concepción me dijo "Mamá, ¿y eso es para que haya más calles? y ¿quien las necesita si ya no hay árboles?"...
Ya no habrá más sombra, ya se acabaron los nidos, ya no queda más aire limpio para respirar, ya no dejamos nada a nuestros hijos. Nos lo acabamos de acabar.


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