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Thursday, November 04, 2010

Mis 40

En medio de un México lleno de incertidumbres, matanzas de inocentes por una guerra perdida, payasos que nos gobiernan y hacen de la democracia un circo, operaciones, bicentenarios, pocos árboles y muchos puentes, cumplo 40 años.
Recién recuperada de una cirugía que me tuvo con la zozobra del futuro, llegué a los ocho lustros y los estoy celebrando desde que empezó este moribundo 2010. Estaba segura que llegaría a esta edad, aunque no sabía cómo ni en qué condiciones, pero me siento agradecida por festejarme.
Se escucha atemorizante saberme una “señora de cuatro décadas”, ya que en –ahora sí- mi lejana niñez, veía a las mujeres mayores de 30 como “doñas”. Todas eran desde mi horizonte, gorditas, arrugadas, llenas de canas, aburridas, con bufanda; mínimo cuatro hijos y hasta con marido.
Ahora que estoy de “este lado” me doy cuenta de la idea equivocada de mi concepción: no soy aquella inocente e insípida de la secundaria, ni tengo la esbeltez de la prepa, ni soy ya más la hippie alternativa de la universidad, pero sin dejar de lado lo aprendido, tengo la experiencia de la provocada madurez.
Concebí bajo el manto del amor y la pasión a una hermosa hija de quien aprendo a valorar los mínimos segundos de su valiosa compañía y renazco cada vez que me reflejo en sus ojos.
Tengo a mi lado a una mamá y a un papá más fuertes y solidarios que nunca.
Me he ido rodeando de hombres y sobre todo de mujeres idealistas, hermosas, provocadoras, luchonas, temerarias, a quienes llamo orgullosamente amigas. La amistad me dio también la oportunidad de conocer otras partes del mundo y puedo presumir incontables aventuras en Cuba, el Mediterráneo, Londres, Paris, Frankfurt, Münich, y otros espacios atesorados en la memoria.
Vagué por el Sur de México y moré en lugares tan disímiles como Xalapa, Nuevo Laredo, Oaxaca, Tabasco y Cancún, nomás por el gusto de hacerlo.
A mis 40 no puedo quejarme de nada –sería un pecado diría mi amá-, ya que he hecho, comido, bebido, amado, perdonado y renacido a mi gusto: vendí artesanías con los hippies en Coyoacán, me besaron en el Cerro de la Campana, escalé pirámides, me tatué en Tepito, buceé en el Caribe, me embriagué en La Habana con ron en un concierto de Silvio Rodríguez –y en otro de Milanés y de Sabina-; desayuné en el Mercado Municipal recién lo abrían, lloré en Paris, me rociaron con gas pimienta una madrugada en La Condesa, me senté en las piernas del Shaka, entrevisté a roqueros, bluseros, salseros y trovadores y bailé en cada lugar que se me antojó.
Ejercí por un tiempo el periodismo cultural y con él me convertí en humanista sin prejuicios, y charlé con personas que marcaron mi existencia de por vida y aprendí que conversar es mejor que interrogar y compartir mejor que atesorar.
Asimilé a través del tiempo que una copa de vino, un buen libro y una excelente película, son el mejor aliciente para el alma entristecida; pero no hay nada superior a tomar una cerveza helada en la orilla de la playa, depositando secretos en las olas del mar, y si es Bahía Kino, mejor.
Tengo 40 ahora y reconozco feliz a la mujer que se refleja en el espejo.
No estoy triste, ni arrepentida; no odio ni rechazo, sólo agradezco diario abrir los ojos un día más. Esta mujer que me regresa el reflejo me parece hermosa aún llena de defectos y con la conciencia de los años, pretendo seguir vistiendo la frescura de la vida como si nunca hubieran pasado…

4 comments:

La Fran said...

Pinchi Cabrona.... me hiciste llorar...LARGA VIDA SOL FONTES!!.

La Fran said...

Por cierto, creo te faltò decir que casi te secuestran en un Taxi del D.F y que dormiste en una cama llena de chinches en un Hotel de Paso, donde te arrullaba el ir venir del Metro, de no se que estación.

Pina said...

por tanto, hay que decir gracias y salud, mi estimada Solecito.
porque no cualquiera... no cualquiera tiene la dicha de tener amigas tan queridas como vos.

así que desde aquí va nuez mi abrazo, nuestro abrazo.

Hasta la victoria siempre...
y si es posible hasta San Píter, Ures ... o más allá.

ETHEL COOKE said...

Queridísima Solecito, bienvenida a la maravillosa decada de los cuarenta!!!
Donde la mujer descubre exactamente la belleza de serlo y el poder de actuar como tal.
Un gran abrazo!! Que bueno que estas entre nosotros!!!