Toallas húmedas

Hoy utilicé la penúltima toallita húmeda que me regalaste.
“Tea Tree Sensitive” se llaman y me dijiste que las usara por si sentía calor durante mi viaje y para refrescarme;
Y sí, en realidad me han servido para mitigar el calor en mi cara, pero no en mi corazón.
Te recuerdo cada día y al oler las toallas me remonto al otro lado del mundo.
Anhelo estar allá y aquí al mismo tiempo y eso me parte sin lugar a dudas en dos.
Cada día que pasa imagino que me consumo y queda ya muy poco de mi misma.
Siento que me acabo lentamente y nada puede detener esta decadencia.
No quiero sonar como una persona deprimida porque no es así.
Estoy triste, es verdad; pero no al grado de querer atentar contra mi propia vida; porque adoro las lunas de octubre y los amaneceres de mayo.
Me regocija abril como a nadie y me embeleso en la playa mientras estén junio y julio.
Durante agosto, disfruto pasar las tardes en mi recamara viendo la tele con aire acondicionado y me reconforta.
En enero y febrero me considero diva de cine con botas altas y abrigos de lana, yendo al 7 con glamour hasta en los huesos.
Para marzo las flores me hacen sonreír y en septiembre el cumpleaños de mi padre me vuelve agradecida.
Ya en noviembre no hay mayor felicidad que mi cumpleaños y el de mi hija, quien todos los años desgarra mi corazón con su inocencia.
Cada diciembre está lleno de abrazos y besos que me acrecientan y es por eso que la vida me sonríe cada día.
El aroma de las toallas húmedas me descontrola.
Sólo quiero saber qué sucederá conmigo cuando limpie mi cara con la última toalla del paquete que me diste…