...Luego de 8 horas de vuelo con constantes turbulencias, dos películas, más de 37 mil pies de altura, menos de 56 grados centígrados en el exterior, una rica cena y un raquítico desayuno, llego a un Londres increíblemente soleado.
Durante la última parte de mi vuelo planeo la manera de moverme por el underground yo solita. Mis amigos trabajan y sus apretadas agendas no les permiten recibirme por esta primer ocasión. Bajo y me dirigo a migración para recibir en mi pasaporte el sello de bienvenida.
Mentalizando mis pasos con el equipaje por los caminos del metro, salta frente a mí un joven de aspecto conocido con un bello ramo de flores en sus manos. Es Amjad, el hermano egipcio de mi amiga, quien elegante y afectuoso me dice "Hey, Sol, welcome to London my dear".
Fue increíble mi sensación de alivio, y aunque estoy segura hubiera llegado sin problemas a mi destino en la ciudad, es reconfortante saber que ya he creado amigos en esta mi tercera visita.
Por primera vez, viajo por las calles de Londres en automóvil. Recorremos luego de mi petición las principales avenidas y pude apreciar diferente desde el Palacio de Buckingham, hasta el London Eye y Harrod's.
Mi amigable guía platica de su vida y su frustrado tercer matrimonio con Amira, una bella egipcia que no soporta ni el clima ni el idioma ni nada que este ajeno a su cultura natal.
Me invita una cerveza llamada Stella a la orilla del río Thames y charlamos como viejos amigos por más de dos horas.
Al retirarnos le comento que siempre he tenido curiosidad por manejar del lado que los ingleses lo hacen. Sin pensarlo, estaciona el carro y cambiamos lugares. Me indica cómo encenderlo y manejo algo desconfiada por las estrechas calles de un barrio central. Gracias a Dios mi karma en accidentes se quedó en México y llegué sin contratiempos hasta la puerta de la casa. Un abrazo fuerte y mil gracias lo despiden y duermo hasta que oigo la voz familiar de Nevin y nos fundimos en abrazos. Hermosa y con un cabello mucho más corto de lo que acostumbra, nos ponemos al corriente de nuestras vidas en cuestión de segundos.
A las 9 de la noche vamos a cenar a un cercano restaurante llamado "Yellow House" donde nos tratan como familia y comemos mejor. Milos llega mucho más guapo que antes y con su gran sonrisa saluda: "Sol, hello, you look the same as the last year. You haven't change at all!!". Sonrío.
Al día siguiente nos dirigimos a un mercado llamado "Greenwich" (lo pronuncian Granich) y ahí veo gente y productos de todas las nacionalidades. Comemos algo así como tacos turcos. Deliciosos y diferentes. Regresamos a casa solo para arreglarnos y dirigirnos al "tube" para coincidir con amigas en un fino restaurante libanés frente al Queen's Park, en una ladies night muy diferente a las que acostumbro. Ellas con sus cocteles, yo comprobando que aunque he viajado mucho, sigo siendo en escencia la misma...
Durante la última parte de mi vuelo planeo la manera de moverme por el underground yo solita. Mis amigos trabajan y sus apretadas agendas no les permiten recibirme por esta primer ocasión. Bajo y me dirigo a migración para recibir en mi pasaporte el sello de bienvenida.
Mentalizando mis pasos con el equipaje por los caminos del metro, salta frente a mí un joven de aspecto conocido con un bello ramo de flores en sus manos. Es Amjad, el hermano egipcio de mi amiga, quien elegante y afectuoso me dice "Hey, Sol, welcome to London my dear".
Fue increíble mi sensación de alivio, y aunque estoy segura hubiera llegado sin problemas a mi destino en la ciudad, es reconfortante saber que ya he creado amigos en esta mi tercera visita.
Por primera vez, viajo por las calles de Londres en automóvil. Recorremos luego de mi petición las principales avenidas y pude apreciar diferente desde el Palacio de Buckingham, hasta el London Eye y Harrod's.
Mi amigable guía platica de su vida y su frustrado tercer matrimonio con Amira, una bella egipcia que no soporta ni el clima ni el idioma ni nada que este ajeno a su cultura natal.
Me invita una cerveza llamada Stella a la orilla del río Thames y charlamos como viejos amigos por más de dos horas.
Al retirarnos le comento que siempre he tenido curiosidad por manejar del lado que los ingleses lo hacen. Sin pensarlo, estaciona el carro y cambiamos lugares. Me indica cómo encenderlo y manejo algo desconfiada por las estrechas calles de un barrio central. Gracias a Dios mi karma en accidentes se quedó en México y llegué sin contratiempos hasta la puerta de la casa. Un abrazo fuerte y mil gracias lo despiden y duermo hasta que oigo la voz familiar de Nevin y nos fundimos en abrazos. Hermosa y con un cabello mucho más corto de lo que acostumbra, nos ponemos al corriente de nuestras vidas en cuestión de segundos.
A las 9 de la noche vamos a cenar a un cercano restaurante llamado "Yellow House" donde nos tratan como familia y comemos mejor. Milos llega mucho más guapo que antes y con su gran sonrisa saluda: "Sol, hello, you look the same as the last year. You haven't change at all!!". Sonrío.
Al día siguiente nos dirigimos a un mercado llamado "Greenwich" (lo pronuncian Granich) y ahí veo gente y productos de todas las nacionalidades. Comemos algo así como tacos turcos. Deliciosos y diferentes. Regresamos a casa solo para arreglarnos y dirigirnos al "tube" para coincidir con amigas en un fino restaurante libanés frente al Queen's Park, en una ladies night muy diferente a las que acostumbro. Ellas con sus cocteles, yo comprobando que aunque he viajado mucho, sigo siendo en escencia la misma...
1 comment:
Qué padre, Sol.
Además de lo bien que te la estás pasando, no dejas de escribir de manera hermosa.
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