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Thursday, November 27, 2008

Me duele el corazón


No se que es lo que pasa alrededor mío…
Me siento desconcertada con la vida, aunque dicen que las mujeres somos muy fuertes; que hacemos de “tripas corazón” y sacamos la casta ante cualquier adversidad, pero ahora si que estoy segura que me duele el corazón. ¡Y mucho!
La persona que más amo en este mundo (después a mi hija) es mi madre y es ella ahora quien acaba de recibir una noticia irrevocable: un tumor maligno en uno de sus riñones. Necesita operación inmediata y eso es lo que sigue; es lo que se va a hacer. Según el médico, con esa cirugía se elimina de tajo el problema. Confío en Dios que así será. Pero también dudo que extraerle su órgano sea lo único y más conveniente. Por eso estoy desconcertada además.
Ella lloró cuando me dio la noticia, pero yo me contuve porque no quiero que me sienta débil. Vivo con ella y gracias a ella y de ahora en adelante seré su pilar de hierro para que se recargue sin miedos.
Mi madre es una mujer muy guapa, pero sonríe poco, muy poco. En su rostro se dibuja continuamente un rictus de tristeza, de hartazgo, de frustración.
Está deprimida desde hace tiempo. Quizá no ha sido lo suficientemente feliz por motivos ajenos completamente a ella, pero como buena madre todo lo que sucede a su alrededor, pareciera que le está pasando a su persona. Se toma suyas las desveladas, las borracheras, las enfermedades y las alegrías nuestras. Las de mi padre, mis hermanos y las mías… Algo de esto contribuyó a su actual enfermedad.
Ella cree que todo le pertenece, lo bueno y lo malo; y yo sin dudas, he favorecido a sus arrugas. No me echo la culpa, pero si me siento incómoda cuando la veo sin sonrisas frecuentes.
Yo he querido vivir mi vida a mi manera y siempre he sido una mujer rebelde para sus dogmas. Mis respuestas altaneras de juventud, no han mermado mucho con el paso de los años. Dicen que uno cambia al ir creciendo y madurando, yo no creo que sea cierto. Nos modificamos, pero no somos otras personas y eso sin duda causa sentimientos encontrados alrededor nuestro.
No puedo hacer los días atrás y permitirme más tiempo con ella todas esas veces que me fui lejos, viéndola llorar mis ausencias.
Aprendí a ser mejor mujer, pero quizá menos buena hija.
“Luego que seas madre”, me decía siempre; pero ahora que lo soy, no han cambiado mucho las cosas. Si me preocupo por lo que le pueda suceder a mi retoño, pero no me ocupo de mi misma como una señora “normal”.
Pocas veces mi madre se ha enfermado y es por eso que confiada, he seguido en mi postura desdeñosa.
No voy a flaquear ahora. Lo vivido ya pasó, pero estoy segura que esta situación va a sacar lo mejor de mí como hija. Me comprometo a ello.
La palabra cáncer estaba tan ausente en mi vocabulario; pero a partir de este año se ha convertido en parte de mi charla diaria, por lo que mis amigas adoradas, mi madre santa y yo, haremos que este sustantivo se convierta en verbo y vamos juntas a conjugarlo en tiempo pretérito de ahora en adelante.

1 comment:

La Fran said...

Te quiero nena, te mando un abrazo fuerte, aqui andamos ya sabes.